

Un niño llamado Tommy iba a la iglesia con su abuela todos los domingos.
Un día, la abuela le dijo que era hora de hacer su primera confesión.
Ella explicó: “Entras en esa pequeña cabina, le cuentas tus pecados al sacerdote y él te perdonará”.
Tommy estaba nervioso pero aceptó.
Entró en el confesionario, se sentó y el sacerdote abrió la pequeña ventana.
—Bendíceme, Padre, porque he pecado —susurró Tommy.
El sacerdote sonrió amablemente. «Adelante, hijo mío. ¿Cuáles son tus pecados?»
Tommy respiró hondo. “Bueno… robé un lápiz de la escuela… dije una mala palabra… y le mentí a mi mamá”.
El sacerdote asintió. “No está tan mal. ¿Algo más?”
Tommy pensó mucho. “Eh… ¡ah, sí! Tiré la Barbie de mi hermana por la ventana y le dije que se había escapado”.
El sacerdote rió entre dientes. “¿Algo más?”
Tommy se rascó la cabeza. “¡Ah! Y anoche le puse pasta de dientes a mi abuelo mientras dormía”.
El sacerdote intentó no reírse. «Muy bien, hijo mío. Reza tres Avemarías y trata de ser un buen chico».
Tommy asintió, sintiéndose orgulloso.
Cuando salió de la cabina, la abuela sonrió y preguntó: “¿Cómo te fue?”
Tommy sonrió ampliamente.
—¡Pan comido, abuela! Pero no creo que ese tipo detrás de la pantalla sepa ni la mitad de lo que yo he hecho.
¡¡JAJAJA!!
¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!
Un niño quería una bicicleta para Navidad.

Un niño quería una bicicleta para Navidad.
Su madre dijo que no tenía suficiente dinero para comprarle una bicicleta nueva, pero sugirió que si le escribía a Jesús prometiéndole ser un buen chico en el futuro, entonces tal vez Jesús estaría dispuesto a comprarle una.
Así que el niño empezó a escribir una carta. «Querido Jesús, prometo ser bueno durante un año…»
Lo tachó y escribió: “Querido Jesús, prometo ser bueno durante un mes”.
Aún así, no estaba contento, así que lo tachó y escribió: “Querido Jesús, prometo ser bueno por una semana”.
Le dio vueltas la cabeza, rompió el papel y salió a caminar.
Al pasar por la iglesia local, vio un belén.
Cuando nadie lo veía, agarró la figura de María, la escondió bajo su abrigo y corrió a casa.
Allí compuso una nueva carta: «Querido Jesús, si alguna vez quieres volver a ver a tu madre…»
Un niño pequeño asistía a su primera boda.

Un niño pequeño asistía a su primera boda.
Después del servicio, su primo le preguntó: “¿Con cuántas mujeres puede casarse un hombre?”
«Dieciséis», respondió el chico. Su primo se asombró de que respondiera tan rápido.
“¿Cómo lo sabes?” “Fácil”, dijo el niño.
“Solo hay que sumar, como dijo el obispo: 4 mejores, 4 peores, 4 más ricos, 4 más pobres”.
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