

Tres hombres se encuentran en las puertas nacaradas del cielo en la víspera de Navidad.
San Pedro les sale al encuentro con una mirada severa y desafiante.
“Para entrar al cielo esta noche, debes mostrarme algo que represente la Navidad”.
El primer hombre hurga en sus bolsillos, saca una cerilla y la enciende. «Es una vela de Navidad», dice con una sonrisa esperanzada.
“Impresionante”, dice San Pedro y le hace un gesto para que pase.
El segundo hombre mete la mano en la chaqueta y hace sonar un juego de llaves. «Son campanas de Navidad», sonríe.
San Pedro asiente, dejándolo pasar.
Entonces, el tercer hombre aparece y saca un par de bragas rojas.
Desconcertado, San Pedro pregunta: “¿Y qué tienen que ver estos con la Navidad?”
El hombre sonríe y dice: “Son de Carol”.
Si ese chiste no te encendió la vela de Navidad, este podría hacerte reír en Año Nuevo. Es una historia de resacas navideñas, lapsus de memoria y un esposo que se despierta con una sorpresa navideña inesperada.
Un niño quería una bicicleta para Navidad.

Un niño quería una bicicleta para Navidad.
Su madre dijo que no tenía suficiente dinero para comprarle una bicicleta nueva, pero sugirió que si le escribía a Jesús prometiéndole ser un buen chico en el futuro, entonces tal vez Jesús estaría dispuesto a comprarle una.
Así que el niño empezó a escribir una carta. «Querido Jesús, prometo ser bueno durante un año…»
Lo tachó y escribió: “Querido Jesús, prometo ser bueno durante un mes”.
Aún así, no estaba contento, así que lo tachó y escribió: “Querido Jesús, prometo ser bueno por una semana”.
Le dio vueltas la cabeza, rompió el papel y salió a caminar.
Al pasar por la iglesia local, vio un belén.
Cuando nadie lo veía, agarró la figura de María, la escondió bajo su abrigo y corrió a casa.
Allí compuso una nueva carta: «Querido Jesús, si alguna vez quieres volver a ver a tu madre…»
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