

Arthur tiene 75 años. Juega al golf todos los días desde que se jubiló hace 15 años.
Un día llega a casa con aspecto abatido.
“Eso es todo”, le dice a su esposa.
Voy a dejar el golf. Mi vista se ha deteriorado tanto que no podía ver adónde iba una vez que golpeaba la bola.
Su esposa se compadece y le prepara una taza de té.
Mientras se sientan, ella dice: “¿Por qué no llevas a mi hermano contigo y lo intentas una vez más?”.
“Eso no sirve de nada”, suspira Arthur, “tu hermano tiene 85 años. No puede ayudar”.
“Puede que tenga 85 años”, dice la esposa, “pero su vista es perfecta”.
Así que al día siguiente Arthur se dirige al campo de golf con su cuñado.
Se prepara para jugar, realiza un potente swing y mira de reojo hacia el fairway.
Se vuelve hacia su cuñado y le dice: “¿Viste la pelota?”
“¡Claro que sí!”, responde el cuñado.
“Tengo una vista perfecta.”
“¿A dónde fue?”, pregunta Arthur.
“No lo recuerdo.”
¡¡JAJAJA!!
¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!
Una golfista rubia entra en la tienda profesional.

Una golfista rubia entra en la tienda profesional y mira a su alrededor frunciendo el ceño.
Finalmente, el profesional le pregunta qué quiere. «No encuentro pelotas de golf verdes», se queja la golfista rubia.
El profesional busca por toda la tienda, en todos los catálogos, y finalmente llama a los fabricantes y determina que, efectivamente, no hay pelotas de golf verdes.
Mientras la golfista rubia sale por la puerta disgustada, el profesional le pregunta: “Antes de irte, ¿podrías decirme por qué quieres pelotas de golf verdes?”.
—Bueno, obviamente, ¡porque serían mucho más fáciles de encontrar en las trampas de arena!
¡¡JAJAJA!!
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