

Una madre estaba limpiando la casa cuando su hijo pequeño, Timmy, corrió hacia ella llorando.
“¿Qué pasa, cariño?” preguntó.
“Mamá, rompí accidentalmente una maceta mientras jugaba al fútbol en la sala”, confesó Timmy.
La madre suspiró, intentando mantener la calma. «Timmy, ¿cuántas veces te he dicho que no juegues al fútbol en casa?»
—Lo sé, mamá —respondió Timmy—, pero no fue mi culpa. ¡La pelota simplemente salió volando!
La madre lo miró y le dijo: «Bueno, los accidentes pasan. Pero la próxima vez, tienes que tener más cuidado».
Timmy asintió y salió corriendo a jugar. Unos minutos después, Timmy regresó y dijo: «Mamá, tengo algo que decirte, pero prométeme que no te enojarás».
La madre, desconfiada pero curiosa, dijo: “Está bien, lo prometo”.
Timmy respiró hondo y dijo: “Yo también rompí la ventana… ¡pero aprendí una valiosa lección!”
La madre arqueó una ceja. “¿Y qué lección es esa?”
Timmy sonrió tímidamente y dijo: “La próxima vez jugaré afuera”.
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