

Una niña se acercó a su padre y le dijo: «Papá, ¡me encantaría tener una hermanita!»
Tratando de ser gracioso, su padre respondió: “Pero cariño, ¡sí que tienes una hermanita!”
La niña parecía confundida. “¿Sí?”, preguntó.
—¡Claro! —bromeó su padre—. ¡Nunca la ves porque cada vez que entras por la puerta principal, se escapa por la de atrás!
La niña se detuvo, pensando mucho, y luego una gran sonrisa le iluminó el rostro. “¡Ah! ¡Te refieres a igual que mi otro papá!”
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