Una sorpresa en la ducha con una valiosa lección

Una mujer acababa de salir de la ducha, con el vapor caliente aún en el aire, cuando sonó el timbre. Su marido, a punto de ducharse, gritó desde el baño: “¿Puedes atenderme, cariño?”.

Todavía empapada, se envolvió rápidamente en una toalla y caminó por el pasillo. Al abrir la puerta, se sorprendió al ver a Bob, su vecino de toda la vida, allí de pie con un brillo extraño en los ojos.

Sin dudarlo, Bob dijo: “Te daré $800 si dejas caer la toalla”.

Ella se quedó congelada.

Por un segundo, pensó que era una broma. Pero Bob parecía completamente serio. Su corazón latía con fuerza. Era una petición completamente inapropiada, pero 800 dólares era mucho dinero, sobre todo para algo que solo duraría un segundo. Tras una breve pausa y un rápido cálculo de cuánto tiempo hacía que no se daba un capricho, dejó caer la toalla con vacilación. Bob le entregó el dinero, asintió levemente y torpemente, y se dio la vuelta para marcharse.

Aún aturdida, cerró la puerta, se recogió la toalla y subió lentamente las escaleras. Sus pensamientos daban vueltas. Culpa, incredulidad y diversión se mezclaban.

Su marido salió del baño cuando ella entró en la habitación. “¿Quién estaba en la puerta?”, preguntó con indiferencia, secándose el pelo con la toalla.

—Fue Bob —respondió ella con la voz un poco temblorosa.

“¡Genial!”, dijo su esposo con una sonrisa. “¿Mencionó los $800 que me debe?”

Se quedó sin aliento. Se giró lentamente para mirarlo, con los ojos abiertos y las mejillas sonrojadas por la sorpresa y la vergüenza. No solo le había quitado 800 dólares a Bob; sin saberlo, le había quitado el dinero a su marido.

La comprensión la golpeó como un rayo. Lo que creía una oferta espontánea era en realidad una broma elaborada, aunque burda, en la que había caído sin saber toda la historia.

No sabía si reír, llorar o gritar. Solo pudo decir atónita: «No… no lo mencionó».

Su marido arqueó una ceja, presentiendo que algo no iba bien. “¿Estás bien?”

“Lo estaré”, murmuró, caminando hacia el armario, envolviendo la toalla con más fuerza como si de alguna manera pudiera borrar el momento.

¿Moraleja? Nunca tomes una decisión precipitada basándote en la mitad de los hechos. Porque a veces, lo que parece dinero fácil puede costarte más de lo esperado, y a veces, la conclusión es demasiado directa.

En la vida, dar por sentado puede ser costoso, y no todo lo que parece un buen negocio lo es. Analiza la situación completa antes de actuar. Nunca se sabe cuándo la verdad podría estar a la vuelta de la esquina… o arriba, en la ducha.

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