Una pareja de ancianos, George y Mabel, habían estado casados ​​durante más de 60 años.

Una pareja de ancianos, George y Mabel, llevaban casados ​​más de 60 años.
Habían vivido juntos guerras, recesiones, discotecas e internet por discado.

Todavía locamente enamorado, pero de esa manera gruñona y sarcástica que sólo la gente mayor puede lograr.

Una tarde soleada, salieron a pasear por el parque. George usaba su fiel bastón, y Mabel llevaba su gran sombrero de paja con una flor que parecía de los años 80.

Al pasar junto a un árbol extraño y musgoso, algo brillante llamó la atención de George. Se agachó (muy despacio) y recogió lo que parecía una lámpara vieja.

George: “¡Mira esto, Mabel! Es uno de esos genios. Lo vi una vez en la tele”.

Mabel: “Te vas a lastimar la espalda jugando a Aladino, George. Deja esa porquería”.

Pero George, siendo terco, lo frotó de todos modos.

¡Puf! Un genio apareció, girando entre humo y destellos. La pareja de ancianos retrocedió de un salto: George casi se cae, y Mabel azotó el aire con su bolso.

El genio se estiró y bostezó. “¡Uf! Llevo ahí desde 1876. Bueno, las reglas son sencillas. Les concedo un deseo a cada uno. Solo uno. Nada de bromas”.

Los ojos de George se iluminaron. “Ojalá… ojalá estuviéramos en una isla tropical con bebidas en cocos y sin niños, sin ruido, sin facturas… solo paz”.

¡Puff! De repente, estaban en la playa. George llevaba una camisa hawaiana dos tallas más grande, y Mabel tenía una flor en el pelo, con aspecto más confundido que nunca.

El genio se volvió hacia Mabel. «Te toca a ti, querida».

Mabel pensó por un momento y luego miró de reojo a George.

Mabel: “Ojalá… George fuera 30 años más joven que yo”.

George parpadeó. “Espera, ¿qué…?”

¡MARICÓN!

Y así, sin más… George era un hombre de 98 años.

Mabel se rió entre dientes. “¡Por fin! ¡Ahora puedo bailar sin que te quejes de las rodillas!”

George se sentó en la arena, sosteniendo su bastón y murmurando: “Por esto nunca la dejo elegir las películas”.

El genio desapareció, riéndose para sí mismo, dejando atrás dos bebidas de coco y un anciano muy salado.

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